Influenciado por el jazz, el pintor Bob Thompson abrió nuevas posibilidades en la pintura figurativa durante la década de 1950, en una época en la que la abstracción dominaba el arte estadounidense. Su obra explora la interacción entre el bien y el mal, así como la relación entre las personas y la naturaleza. Para ello, empleó siluetas humanas y animales en colores vibrantes, contrastadas con paisajes etéreos y espacios expresivos. Sus composiciones combinan curvas dinámicas con líneas afiladas y unen las figuras dentro del encuadre. A menudo reinterpretó imágenes clásicas y religiosas desde una perspectiva contemporánea y reflejó su experiencia como afroamericano en Estados Unidos y Europa. En algunas de sus obras, incorporó a músicos legendarios que admiraba, como Ornette Coleman, John Coltrane y Nina Simone, dentro de escenas inspiradas en pinturas europeas de artistas como Francisco de Goya y Piero della Francesca.
-En Glenstone Field Guide.