La artista conceptual Hanne Darboven vivió una vida esquiva en su ciudad natal de Hamburgo, Alemania, y trabajo con obsesión para transmitir el tiempo y la historia a través del arte, la escritura y la notación musical. Sus días transcurrieron dedicados a la creación de cálculos y sistemas matemáticos, así como a una práctica que la artista denominó "escribir sin describir", una transcripción estructurada, repetitiva y secuencial de números, cajas y líneas onduladas sin palabras que simulan la cursiva. En las exposiciones, estas obras escritas enmarcadas de manera idéntica enyesan de manera sistemática las paredes de la galería y, a menudo, van acompañadas de imágenes encontradas y objetos recopilados y curados por la artista, incluidos instrumentos, esculturas, maniquíes e incluso Mickey, la cabra disecada de la artista.
-Carly Davis, en Glenstone Field Guide