Originalmente entrenado en la práctica tradicional de pintura japonesa de Nihonga (日本画), una técnica rigurosa de aplicación de pigmento a la seda o el papel, el artista Kazuo Shiraga finalmente se unió al grupo experimental Gutai en el Japón de la posguerra. Shiraga usó su propio cuerpo como principal vehículo para la expresión artística. Desarrolló un enfoque idiosincrásico y vigoroso de la creación artística que sintetizaba la pintura y la performance. Colocando un lienzo en el suelo, Shiraga se suspendía del techo con una cuerda y utilizaba los pies para aplicar y manipular grandes franjas de pintura en la superficie. La conexión directa entre el cuerpo y la materia fue clave para el éxito de sus obras, y las pinturas resultantes se encuentran entre los ejemplos más tempestuosos y dinámicos del arte abstracto del siglo XX.

-Anne Reeve, de Glenstone Field Guide